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CAPITULO III FALSO ENFOQUE Recuerdo haber leído, y no sé dónde, un pensamiento que me hizo reflexionar. Decía sobre poco más o menos: "Para solucionar todos los problemas religiosos, políticos y sociales del mundo, bastaría fijar en todas las mentes el recuerdo del fin del hombre". Vosotros sabéis perfectamente que la meditación del fin del hombre es la primera y fundamental de los Santos Ejercicio:;. Sobre ella se levanta todo el andamiaje de otras 111editaciones q11e, ~:i:1 ésto., no tendrían fácil eY~– plicación. que nnestra vida no tiene la misión de convertir,:e en vn y despreocupado festival vitali– cio, que pueda abarcar setenta u ochenta años de placer a desbjo. Tiene otra misión mucho m:ís importante. Misión de servicio. Misión de lucha y de brega. Aquí estamos, sen– cillamente, para tomar las riendas de nuestra vida con el dominio de nuestras pasiones, servir y amar a Dios con todo nuestro ::::orazón, y como consecuencia, amar y servir a nuestros hermarcos como a nosotros mismos. Bastaría esto sólo; estoy de acuerdo. Y desaparecerían todos loé; pro;)lemas que o.cucian al mundo. La sola luz de esta verdad fundamental del fin del hombre, ilumi– naría con reflejos de eternidad las conciencias de todos los humanos, y verfamo;; len cwas problemai; de un modo muy diferente a como ahora los vemos. Tendríamos para esas cosas el aprecio o menosprecio que Dios tiene; y acomo- cL::idonos al juicio de Dios, el no Eieda posible ... En otras palabras; obraríamos con criterios de fe. Y, en consecuencia, como auténticos cristianos, daríamos a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y a nuestros semejante3 lo que en justicia y caridad les per– tenece. Pero, ¿cuántos de los que se mueven por el mundo sa– ben a qué han venido a él? Y de los que lo saben, ¿ cuán– tos piensan y reflexionan seriamente sobre esta verdad? ¿Cuántos viven en armonía con ella?

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