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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 301 llísíma poesía, joya de nuestra literatura. Su título es "El pino de Formentor". Su autor, el sacerdote mallorquín don Miguel Costa Llobera. En la imagen de un pino que se yergue sobre el acan– tilado de la costa mediterránea, retorciendo sus raíces en el peñascal y resistiendo el rudo embate de los huracanes, ve el poeta al alma, fiel a su ideal de cristiana perfección, en contra de los embates de los tres enemigos del hombre. Es tan bella y expresiva esta poesía, que no me resisto a la tentación de insertarla íntegra como final de este ca– pítulo. Afortunadamente no tengo que hacer aplicación nin– guna por mí cuenta, porque el mismo poeta la hace a ma– ravilla en las dos últimas estrofas. Hela aquí: "Hay en mi tierra un árbol que el corazón venera; de cedro es su ramaje, de césped su verdor, anida entre sus hojas perenne primavera y arrostra los turbiones que azotan la ribera, añoso luchador. No asoma por sus ramas la flor enamorada, no va la fuentecilla sus plantas a besar; mas báñase en aromas su frente consagrada, y tiene por terreno la costa acantilada, por fuente el hondo mar. Al ver sobre las olas rayar la luz divina, no escucha débil trino que al hombre da placer; el grito oye salvaje del águila marina, y siente el ala enorme que el vendaval d9miru¡,\)L ' su copa estremecer. Del limo de la tierra no toma vil sustento; retuerce sus raíces en duro peñascal. · Bebe rocío y lluvias, radiosa luz y vi~_!,o; y cual viejo profeta recibe el alimento. de efluvio celestial. · ,· P;1 . ¡Arbol sublime! Enseña de vida que'';aqivincr, la inmensidad augusta domina por doquier. ,•.. Sí dura le es la tierra, celeste su destino le encanta, y aun le sirven el trueno v torhellino de gloría y de placer. ¡Oh! sí; que cuando fieros asaltan la ribera

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