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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 297 otros añadimos: Eso sólo se consigue llevando en el alma la luz de un noble ideal. Pasteur afirmaba: "¡Feliz el hombre que en su alma lleva un ideal y le obe– dece! Un ideal de ciencia, un ideal de arte, un ideal de pa– tria, sobre todo un ideal de virtudes del Evangelio". Un ideal digno, es ejecutoria de nobleza y distinción de espíritus selectos. En vano lo buscaréis en un corazón vul– gar o en un pueblo de mercaderes y sibaritas. Ten siempre un ideal noble y elevado. El te comunica– rá un vigor y una fuerza desconocidos, que te harán llegar muy lejos en la vida ... El ideal da fuerzas al estudiante pa– ra superar el tedio de las horas interminables sobre los libros. El ideal patriótico lanza con intrepidez al soldado sobre las trincheras enemigas. El ideal científico mantiene al investigador recluído en su gabinete, con la dulce espe– ranza de alumbrar para la civilización un descubrimiento, que beneficie a la humanidad y a él le cubra de gloria. Persuádete de que puedes ser hombre de provecho, y de que puedes hacer algo constructivo a favor de tus se– mejantes, que te haga acreedor al reconocimiento de la hu– manidad. Pon tus ojos muy arriba, y así, aunque no lo consigas todo, siempre conseguirás mucho. Los que quedan bajos en sus aspiraciones, siempre quedan más bajos en la reali– dad. Hay que contar siempre con esa misteriosa fuerza de gravedad que tira hacia abajo, hasta en la bala del fusil, hasta en la flecha despedida del arco, hasta en el anhelo brotado del corazón. Recuerdo haber leído, no sé dónde, este hermoso pen– samiento: "Aspira a volar como el águila, que así, tal vez, logres volar, por lo menos, como la golondrina". Una célebre escritora nos dejó estas palabras estimu– lantes para todos los espíritus nobles: "Sepamos tener un ideal y sacrificárselo todo... El hom– bre que tiene un ideal es más fuerte que los demás, parece que le crecen alas, que los obstáculos se desvanecen a su paso. Cuanto más alto sea nuestro ideal, tanto más crecere– mos moralmente. Soñemos ... ¡Dichoso aquel que sabe so– ñar! Soñaron los hombres en el arte y fueron poetas, mú-

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