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292 P. DAVID DE LA CALZADA "Luego erramos el camino de la verdad... " ¡Qué triste con– fesión de fracaso! Una ocasión. Una oportunidad. Quien sabe aprovechar– la, triunfa en la vida y se hace un personaje en este com– plicado teatro del mundo. Oportunidades y ocasiones las te– nemos todos. Pero hay que estar al acecho, para no dejar– las pasar en vano. Las ocasiones son efímeras, pasan y qui– zá no vuelven. ¡Ocasión! ¡Oportunidad! Hasta en la vida comercial se nos ofrecen esas oportunidades, esas ocasiones. Saldos gangas por fin de temporada, por cese de negocio o por lo que sea. Las mercancías se nos ofrecen más baratas, y po– demos comprar mucho por poco dinero. Pero estas oportu– nidades pasan, y todo vuelve a subir. Otras veces la oportunidad es de una colocación venta– josa que surge de pronto, inesperadamente, y que puede situarnos en un empleo o profesión que nos asegure una vi– da fuera de lo normal. Un hombre que se encumbra. Quizá todo dependió de haber aprovechado bien una oportunidad, una ocasión. Des– pués todo fue fácil, todo marchó sobre ruedas y ese hom– bre labró una fortuna, triunfó en la vida y se convirtió en un personaje. Los humildes "maletillas" que sienten vocación torera y se consideran capaces del triunfo, suelen pedir que se les dé una oportunidad. Cuando, por Bn, se la dan, hay quienes la aprovechan al máximo, y se acreditan; llueven los con– tratos, triunfan y escalan la cumbre de la fama. Es inmensamente consolador pe::csar que Dios nos da esa oportunidad, esa ocasión para conseguir el gran triunfo, el definitivo, que es el de la salvación del alma. Todos los de– más triunfos, sin este, no valen la pena. Y esa ocasión, esa oportunidad, la tenemos ahora entre las manos. Es, la vida... Pero no podemos olvidar que la vida es efímera, la vida pasa y, pasando, habrá pasado definitivamente la ocasión, la gran oportunidad. "Consideremos, -escribe el P. Nieremberg-, qué bien es el de la ocasión, y cuán grande sentimiento suele causar el haberla perdido, para que por aquí conozcamos cómo hemos de aprovecharnos de la ocasión temporal de nuestra salud eterna, porque no tengamos el arrepentimiento in-