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P. DAVID DE LA CALZADA El célebre literato y novelista ruso Dostoievski, escribió: "Amigos míos, Dios me es necesario, porque es el úni– co ser que puede amar eternamente". Se ha escrito con ingenio que una esfera metida en un triángulo, nunca lo podrá llenar. Para llenarlo, tendría que abandonar su forma esférica y adoptar la triangular. Es decir, tendría que dejar de ser esfera. El corazón fisiológico humano tiene figura casi triangu– lar. El mundo, digamos, la tierra, tiene forma esférica. Y se deduce: Nunca la esfera del mundo podrá llenar ese triángulo del humano corazón. Y de las dimensiones y me– didas físicas, se salta al campo de lo moral, para deducir que nunca las cosas creadas podrán saciar las ansias del co– razón humano, hecho, como quien dice, a medida de Dios. "Breve es todo placer, -nos dice un autor-, fugaz es toda alegría, frágil toda amistad. La felicidad es una som– bra que huye nuestro contacto; es una promesa que nos brinda toda edad, y que toda edad deja incumplida. Pasemos por la tierra mirando siempre al cielo, donde nos espera una realidad, que tanto contrasta con la vani– dad de las cosas del mundo". Esa realidad, capaz de llenar los senos anchurosos de nuestro corazón es Dios. "Yo soy el pan de vida; el que vie– ne a mí ya no tendrá más hambre, y el que cree en mí ja– más tendrá sed". (Juan VI, 35). Bajo las imágenes plásticas del hambre y de la sed fi– siologicas, señala Cristo esa apetencia innata del ser huma– no hacia la felicidad. Esa hambre y esa sed, parecen cal– marse momentáneamente con el disfrute de los placeres, ho– nores y riquezas de la tierra; pero no es más que una pura ilusión. Reviven luego con más virulencia, acompañadas de ese fenómeno de frustación, fracaso y hastío. ¡No era aque– llo lo que buscaban! ¡Simple espejismo engañoso! Y, lejos de calmarse, su hambre y sed se tornan más rabiosas en busca del objeto único que pueda saciarlas y aplacarlas de– finitivamente y por completo. Amado Nervo tiene unos versos admirables, que vienen aquí como anillo al dedo: "Inútil la fiebre que aviva tu paso; no hay nada que pueda saciar tu ansiedad por mucho que bebas... el alma es un vaso