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274 P. DAVID DB LA CALZADA Seguramente que habéis visto alguna vez uno de esos globos inflamados, voluminosos, multicolores, que va a des– prenderse de sus amarras para remontarse a las alturas. Pero antes de que despegue, un muchacho travieso se acer– ca, y disimuladamente lo pincha con un alfiler. El globo entonces se desinfl:::i_, y cae a tierra hecho un guiñapo. Ter– minó su aventura antes de comenzar. Muchas almas de las que se mueven por el mundo, no son más que globos hinchados por la soberbia y la confian– za en sí mismos. Maripoc;ean por todas partes. La frivoli– dad les ha llenado de viento y se creen capaces de las más grandes aventuras. No se acuerdan de Dios para nada. Creen que no le necesitan... ¿ Quó hace Dios con frecuen– cia? Se acerca a ellos, con el más sincero deseo de salvar– los ... Trae entre sus dedos un alfiler... Nada de armas de fuego o de piezas de artillería para batir una muralla de piedra. El alfiler de la enfermedad, el alfiler de la pobre– za, el alfiler de la deshonra, el alfiler del dolor... Un pe– queño pinchazo, y el gigantesco y multicolor globo de nues– tro fatuo orgullo se desinfla, y caemos, no en tierra, sino en los brazos de Dios... El dolor fue la amarga medicina que nos devolvió la salud. IX.-Pero somos cristianos, y no podemos olvidar que España recibe una oleada de turistas cada vez mayor. Son ya más de veinte millones los extranjeros que anualmente nos visitan. Muchos de ellos vienen moralmente deshechos; son pobres esclavos de b frivolidad mundana más avanza– da, y pudieran extender el contagio entre nosotros. Prác– ticamente, gran parte de nuestr:-1 frivolidad es efecto del contagio de los forasterm c:ue nos visitan. Nos dejan dóla– res; pero también frivolidad, y ac :1.so otras cosas peores aún. Hay que defenderse de es~ contnhio por todos los medios aducidos. Otros son unos pobres desgraciados en el campo moral, que quizá busquen en el ambiente menos malsano de nues– tra nación un remedio o alivio a su dolencia. ¡Buen cam– po par'.! nuestro apostolado entre ellos! ¡Buen servicio a la causa r1e Dios, si logramos rescatarlos de su esclavitud mo– ral v ponerlos en camino de salvación! Ñui"stro sol, nuestro aire, nuestras aguas, nuestros ali– mento; podrán mejorar en muchos casos su salud física.
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