BCCCAP00000000000000000000519
2i2 P. DAVID DE LA CALZADA VII.-Y un último medio para combatir la frivolidad: Llevar siempre con nosotros la presencia de Dios. Vivir esa divina presencia. Cuando un hombre se encuentra en sociedad, observa– do por otros hombres, su vestido es correcto, sus palabras discretas y prudentes, su comportamiento digno. Pero lue– go ese hombre, en la intimidad de su casa o en la soledad de su despacho o de su dormitorio, se relaja por completo y vive a su capricho. Entonces se permite gestos y moda– les, que en sociedad serían una auténtica grosería. Y es que él mismo se dice: ¿Para qué guardar formas y moda– les correctos, si nadie me ve? Podríamos decirle muy bien a ese hombre: ¡Es que te ve alguien, aunque tú no le veas; y no ciertamente por el agu– jero de la cerradura! Pero, dejémosle por el momento que se crea solo, sin testigos. Dicen que nadie es grand0 para su ayuda de cámara. Aparece grande ante los demás, porque en público se com– porta con decoro; pero resulta muy pequeño, vulgar y or– dinario para su ayuda de cámara, ante el cual se interrum– pe la comedia y aparece como es, con todos sus defectos, rarezas e imperfecciones. Nosotros mismos no nos atreveríamos a hacer en pú– blico muchas cosas que hacemos luego en la soledad. ¿Por qué? Porque en público nos ven los otros; y en la soledad creemos que no nos ve nadie. Por eso cuando nos equivo– camos y, creyendo estar solos, incurrimos en una bajeza, nos cubrimos de rubor al ver que aquella bajeza tuvo tes– tigos. Para que nuestro porte sea digno y honesto en todos los momentos y situaciones de nuestra vida, sólo tenemos que persuadirnos de una cosa: La soledad no existe. Nun– ca lograremos quedar solos. Estamos condenados a que to– dos nuestros actos tengan testigo. ¡Y qué testigo!... ¡Nada me– nos que Dios!... Y ese Dios no sólo es testigo de nuestras acciones más íntimas, sino también de nuestros pensamien– tos, deseos e intenciones ... Y ese testigo que todo lo ve y todo lo sabe, es el mismo Juez que un día nos ha de juzgar... Después de lo que llevamos dicho, ¿comprendéis ahora vosotros que un hombre que piense que los ojos de Dios
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz