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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 267 tuales, nadie dejaría de ver que de ellos pueden sacarse no pequeños provechos". Hasta aquí el Papa Pío XI. Y, por si todavía fuera poco, su sucesor Pío XII, al ex– tender el jubileo del Año Santo a todo el mundo, en 1951, dijo: "De modo especial deseamos que esto se haga en esos sermones populares que se llaman Santas Misiones, o bien por medio de Ejercicios Espirituales; pues la experiencia ha enseñado que este género de predicación de la palabra divina es de grandísima eficacia, no sólo para refutar los errores y explicar rectamente la doctrina cristiana, sino también, .con el auxilio de la gracia divina, para conseguir que los ánimos de los oyentes, llamados de las cosas terre– nas a las cosas celestiales, de tal modo se conmuevan salu– dablemente, que laven y expíen sus pecados, y se estimu– len a emprender el arduo camino de la virtud con sincera y generosa voluntad". Y creo que ya está bien de textos pontificios. Después de leer todas estas citas, a nadie le quedará duda de la im– portancia que da la Iglesia a las Santas Misiones y a los Ejercicios Espirituales, en orden a conseguir meter en ve– reda a los descarriados, y hacer pensar a los frívolos y su– perficiales. Indudablemente que la frivolidad produce en las almas una especie de somnolencia para las cosas del espíritu, a la vez que una hipersensibilidad para los atractivos de las co– sas materiales. Imaginaos a un príncipe que, durmiendo en su palacio real, en cama de oro, bajo cortinajes de seda y púrpura, (que no ve ni aprecia, por estar dormido), estuviera soñan– do encontrarse en un paraíso irreal, lleno de honores, gran– dezas y placeres. Mientras está dormido, cree que es reali– dad ese paraíso de ensueño. Pero al despertar, se da cuen– ta perfecta de que todo era una ficción fantástica, y de que lo verdadero y real es lo que tenía y no apreciaba dormi– do: su palacio, su cama de oro, sus cortinajes de púrpura y seda, y otras muchas preciosidades de valor inmenso. Es– to es realidad; lo otro no era más que una ilusión A los frívolos les ocurre algo semejante. Pensando que viven la verdadera vida de hombres, no se dan cuenta de que están soñando. Y sueñan en un mundo ficticio, como

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