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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 265 riencia cuan,do se trata de la propia enfermedad; y se con– fía plenamente a otros médicos, quizá bastante menos emi– nentes, y con menos ciencia y experiencia que él. Y es que el egoísmo, al tratar de la propia dolencia, puede cegar nuestros ojos con el humo de la pasión, para que no vea– mos claro, lo que con toda claridad veríamos en otros. Por otra parte, conociendo nosotros la doctrina cristia– na sobre la moral, conoceríamos, corno quien dice, la teo– ría. Pero luego, en la aplicación de esa teoría a la práctica del caso concreto y personal del individuo, fácilmente pu– diera haber errores, por no tener en cuenta todas las cir– cunstancias particulares del caso. Se necesita, pues, un hom– bre, no sólo con ciencia, sino también con experiencia; y ese hombre lo podemos tener a nuestro alcance en el di– rector espiritual. Siempre se ha dicho que cuatro ojos ven más que dos. El valor de esta frase sube de punto si esos otros ojos, que llevan los números tres y cuatro, son ojos cualificados, con bagaje de ciencia y experiencia, libres de pasiones y egoís– mos, porque no juzgan casos propios, y garantizados por una moral profesional de confianza, cual es la del sacerdote. V.-Los Ejercicios Espirituales y las Misiones. Otro medio de valor inmenso para combatir la frivoli– dad en el mundo, lo constituyen los Ejercicios Espirituales. A ellos podríamos añadir con toda justicia, las Santas Mi– siones, las Conferencias Cuaresmales, los Cursillos de Cris– tiandad y las Ejercitaciones para un mundo mejor, etc... Pero siempre en primer término, los Ejercicios Espiritua– les y las Misiones populares. Los Ejercicios Espirituales cerrados, que es de los que principalmente hablamos aquí, representan un aislamien– to de varios días de la atmósfera corrompida de la calle, saturada de miasmas, para respirar los aires puros del mun– do de lo sobrenatural. Aparte de la intervención principalísima de Dios por la gracia, representan en su esquema y desarrollo ideológico una vacuna científica contra los falsos principios, dema– siado humanos, inoculados por el mundo en nuestra con– ciencia a lo largo de nuestras relaciones sociales. Representan una científica desintoxicación de asimila– dos errores, mediante la inyección de dosis masivas y esca-

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