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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 21 Mientras la mariposa de alas irisadas revolotea loca– mente todo el día, eíl un frívolo, sobre his flores del jardín, la abeja tiende su vuelo desde la colmena, y va recta a su objetivo, si;1 percler el tiernpo en veleidades inútiles. Se posa en la flor, desciende hasta el fondo del cá– liz, allí liba calladamente su néctar delicioso, y luego vuel– ve a fa colrnena a fabric~1r la rica miel, que ha de consti– tuir su alimento en el largo y duro invierno, y una de las más preciadas y útiles golosinas de los hombres. La mariposa no ha sido más que un bello espectáculo para nuestros ojos. Así, mucho:" hombres y, sobre todo, mu– jeres de hoy, vanales juguetes de la frivolidad ... La abeja no ha sido un mero espectáculo más o menos bello; ha si– do una admirable lección de sensatez, beneficiosa y esti– mulante para todos. En una palabra; a las personas sen– satas, superadoras de la frivolidad, las vemos reflejadas en la Cruz alta, recta y firme que remata la torre de nues– tros templos, en la roca inconmovible de la montaña, en la abeja seria y laboriosa que, en vez de revolotear capri– chosamente sobre las flores, dedica todos sus afanes a fa– brican su miel en bien propio y de la humanidad. No es difícil identificar a los frívolos. Al árbol se le co– noce por sus frutos; al frívolo por sus obras. Observad.le, y le reconoceréis. El género es tan abundante, que los en– contraréis a cada paso. El frívolo, de ordinario, no piensa; ve. Las antenas de los sentidos, sobre todo las del oído y de la vista, las man– tiene en alerta permanente, para captar todo lo que ocu– rre en su derredor. El frívolo lo ve todo, lo oye todo, y no reflexiona sobre nada que valga la pena. Todo él es vida exterior alucinante. La vida interior y reflexiva no la co– noce. Vive extravertido y "a lo loco". El exterior le fascina y enloquece. Vive habitualmente distraído en mil fruslerías sin importancia. El mercado hu– mano atrae irrestistiblemente su atención. Y su cabeza, co– mo la de los pajaritos, se mueve con increíble ligereza ha– cia todas partes, pretendiendo que nada, de lo que en el mundo ocurra, pase desapercibido para él. .. El frívolo se mueve mucho, gesticula mucho y descom– pasado, habla mucho, y no dice mó.s que incongruencias, va– guedades, inexactitudes y tonterías. El pensar es para él algo serio y sumamente trabajoso, y opta por dar a la in-

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