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262 P. DAVID DE LA CALZA"lA degenerados, porque siempre habrá quienes no se acuerden de la eternidad para nada. Ya Camelio a Lápide escribía en su tiempo: "¡Oh, eter– nidad! Nadie piensa en ti, y pocos te pesan en la balanza de la justicia!" Pero lo que ha ocurrido siempre, también ocurriría hoy: Una de las mejores curas de los males del mundo es propinarle una buena dosis de reflexión sobre la eternidad. No hay frivolidad que se resista a este trata– miento. La eficacia está comprobada. San Agustín tiene una aguda comparación. Dice el santo: "La aguja rompe con la agudeza de su punta la resisten– cia de la tela; pero detrás viene el hilo que es el que une, trama y recompone el roto". La aplicación es diáfana. La reflexión sobre las verda– des eternas, rompe con su agudeza los más obstinados y du– ros corazones. Pero tras ella viene el hilo de las santas de– cisiones y nobles propósitos, que son los que ponen orden en el caos de nuestras vidas y las orientan hacia nuestros eternos destinos ... Primero, abrir brecha en el alma; luego urdir, con los santos deseos y decisiones, la trama de una vida digna, en el mejor servicio de Dios. El tratamiento indicado es este: Una buena dosis de ver– dades eternas, y el rumbo de la humanidad cambiará de plano. Por favor, no te sonrías escéptico mientras no hagas la prueba. Después me dirás.
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