BCCCAP00000000000000000000519

RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 2."i9 olvidar casi por completo la divina justicia. Y tenemos que decir, a los que parecen ignorarlo, que tan real y tan infi– nita es la una como la otra. Por otra parte, la experiencia nos dice que cuando so– lamente tenemos en cuenta la misericordia de Dios, lo que debiera ser un acicate de nuestro espíritu para ser mejores, nuestro egoísmo lo convierte en un soporífero pretexto pa– ra abandonarnos completamente, en la confianza de que la bondad de Dios nos tiene que salvar a todo trance. Y nos entregamos a una vida frívola, vacía, inútil, y muchas ve– ces pecadora. Pero cuando nos asomamos al infierno y a la eternidad, sentimos ese saludable terror en el alma, que nos obliga a hacer todo lo posible en el servicio divino, a fin de asegu– rar a toda costa nuestra salvación. ¿Por qué quieren muchos olvidar las verdades eternas, sino para poder vivir a su antojo? De sobra saben que esto no sería posible familiarizándose con esas verdades. Ahí van unos versos, no muy viejos, que andan por las hojas de los calendarios y por las páginas de alguna que otra revista religiosa. No perderías nada, y ganarías mucho grabándolos en tu memoria, y recordándolos con frecuencia: "¿ Quién decide nuestra suerte? ¡La muerte! ¿ Qué hay tras la virtud o el vicio? ¡Un juicio! ¿ Qué castigo da el Eterno? ¡Un infierno! ¿ Qué laurel da a la victoria? ¡La Gloria! Todo en la vida alma mía, te ha de parecer escoria, si meditas cada día: ¡Muerte!, ¡Juicio!, ¡Infierno!. .. ¡Gloria!" Estos versos armonizan con aquello del Eclesiástico: "Acuérdate de tus postrimerías, y no pecarás jamás". (VII, 40). En otras palabras; tras el recuerdo, el acuerdo. Tras la reflexión, la razón y la decisión en firme. El P. Granada, con su caudalosa elocuencia, nos refle– ja las impresiones del enfrentamiento escalofriante de un

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz