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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 249 perfeccionará y coronará la obra de esa formación esp1n– tual: Las buenas lecturas. ¡Cuántos libros admirables hay escritos, que pudieran hacer un bien inmenso a las almas! Pero no se leen. Se lee de todo, menos de eso. Eso aburre. Y por eso tanta desorientación, tanto despiste y tantos erro– res... Y la consecuencia está a la vista: el número escasí– simo de cristianos conscientes y practicantes. Se dice con frecuencia, como si fuera una preciada con– quista de la libertad de hoy: Hay que leer de todo, hay que saber de todo ... Y el resultado es que se lee de todo, me– nos de lo bueno y formativo. El hombre queda indefenso ante el error, y cae en las más lamentables aberraciones, que dan paso franco y luz verde a la frivolidad y al vicio. Es para llevarse las manos a la cabeza, cuando se ven las pequeñas bibliotecas de muchos que pasan por cristianos y hasta por piadosos. No comprendo cómo su conciencia no protesta ante la lectura de ciertos libros, gravemente peli– grosos para toda clase de personas. El 9 de octubre de 1966 se celebró en la ciudad de Pe– kín una gran manifestación de guardias rojos. Eran unos ochenta mil, y el lugar de concentración el Estadio Obre– ro de la capital. Según la Agencia de Noticias "Nueva China", en aque– lla magna concentración los guardias se comprometieron a hacer del pensamiento de Mao Tse Tung "el centro de su ser, imprimirlo en sus mentes, disolverlo en su sangre y expresarlo en sus hechos". Y todo esto, ¿para qué? Para conseguir que el pensa– miento de Mao pudiera iluminar toda la faz del mundo, convirtiéndolo en un nuevo mundo rojo. Este es el proselitismo desaforado, satánico, de los co– munistas chinos, por educar a sus adeptos y más tarde al mundo en un comunismo ateo y materialista, sin más pers– pectivas que las mezquinas de estos horizontes de la ma– teria. Y nosotros, que tenemos un cielo y una eternidad en perspectiva, ¿hemos de ser menos proselitistas que los guardias de Mao, para educar al mundo en cristiano, y ase– gurar aquí una vida digna y honesta, y una eternidad fe– liz al otro lado de la tumba? El libro sublime del Evangelio. Ahí está Cristo y su ver– dad al alcance de todos. Convirtamos nosotros ese libro

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