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IlADlOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 239 por todo hombre, lé, va :1 conseguir basta con objetos gro– tescos. He aquí unas declaracione; de T. Luca de Tena, en un libro en que recoge su::; impresione,; del pueblo americano: "Viajamos en autobús. Sobre las ventanillas hay una lar– ga hilera de cartele:, p1:blicitarios. Uno de ellos representa a una precima mujer, radiante de felicidad, congestionada de alegría, inundada de dicha, colgada al cuello de un pre– cioso marido, radiante de felicidad, congestionado de ale– gría, inundado de dicha. Unas grandes letras, color de fresa en nata, dicen ahajo: ";Qué felice', vamos a ser! ¡Por fin Lemos comprado cepi– llos de dientes, marca "El Ratón". En otros autobuse,; la felicidad conyugal se hacía con– sistir en la compra de unos neumúticos o de unos cordones de zapatos, también marca "El Ratón". ¡Ridículo! Pero algo parecido al nifio que se imagina que va a ser feliz el día que le compren unos zapatos nue– vos o por primera vez le lleven al circo. Meditern.os seriamente esta página admirable del sa/ra– do libro del Eclesiastés. Quizá ella sea poderosa para ha– cernos entrar en razón, y obligarnos a buscar la felicidad por otro camino, y en otro mundo que no sea este valle de lágrimas. "Dije en mi corazón: Ea, probemos la alegría, a gozar los placeres". Pero también esto es vanidad. Dije a la ri– sa: 'Eres una loca". y a la ::1l2gría: "¡_De qué me sirves?" Me propuse agasajar mi carne con el vino, mientras da– ba mi mente a la sabiduría; y me dí a la locura, hasta lle– gar a saber qué fuese para el hombre lo mejor de cuanto acá abajo se hace durante los contados días de la vida. Emprendí grandes obras, me construí palacios, me plan– té viñas, me hice huertos y jardines y pla,1té en ellos to– da suerte de árboles frutale;;. Jl✓Ie hice estanques para re:rar de ellos el bosque donde los árboles crecían. Compré siervos y siervas, y tuve mu– chos criados; tuve mucho ganado, vacas y ovejas, más que cuantos antes de mí fueron en Jerusalén, pero conservan– do mi sabiduría. Amontoné plab y oro, tesoros de reyes y provincias. Hí– ceme con cantores y cantoras y con cuanto es deleite del hombre, y con instrumentos músicos de toda suerte. Fui

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