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RADIOGRAFíA DE LA FRIVOLID,\D pero ella es criatura; no puede ser mi diosa; y, aunque canto postrado de rodillas, delante de sus grandes maravillas, que son del mundo hechizo, yo sólo adoro en ella la mano soberana que la hizo... ¿Y quién no besará la mano aquella que ha sabido crear cosa tan bella?" 229 (G. y G.: "Regreso"). Las criaturas enseñaban a Francisco a conocer a Dios, a amar a Dios, a servir a Dios con toda su alma. Que sean para nosotros, no la estación terminal de nuestro descanso, ni menos los ídolos que ad.oremos o el fango en que nos re– volquemos; sino los medios magníficos que Dios pone a nuestro alcance, para mejor conocerle, amarle y servirle. Que la creación sea para nosotros, lo que para aquel hu– milde picapedrero: Un gigantesco catecismo que, sin letras, nos enseñe a mejor conocer, amar y servir a Dios en ade– lante. Hagamos nuestras las palabras de un piadoso autor: -La bondad de Dios me ha dado las criaturas ... Su amor es quien me sirve en cada una de ellas. El es quien me alumbra por la luz del sol, quien me alimenta con los frutos de la tierra. Quien viste mi desnudez con los ves– tidos que me cubren". Y ahora cabe preguntar: ¿No son suficientes motivos para reclamar mi amor y mis servicios? Un periodista publicaba no hace mucho este pensa– miento: "Vivimos un proceso de aceleración, donde los aconteci– mientos tienen una existencia mínima en la memoria y en el corazón del hombre, aunque hayan producido en nos– otros un impacto extraordinario". (Fraile Ovejero). En efecto; los acontecimientos se suceden con vertigi– nosa rapidez en el mundo; y el más importante o trágico acontecimiento de hoy, tenemos que olvidarlo mañana, porque las páginas del nuevo periódico nos traerán otros acontecimientos, no menos importantes o trágicos. Quizá por eso, a fin de que nosotros no olvidáramos las cosas transcendentales y definitivas, Dios, con la admira-
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