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224 P. DAVID DE LA CALZADA una parte diminuta, insignificante, de esa grandiosa Expo– sición. Y los cielos que nos envuelven, ¿qué? Tampoco el autor ha llegado al fondo de la cuestión. Se ha quedado al comienzo del camino. Se ha contentado con una admiración extática de esas maravillas, sin sacar las razonables consecuencias que brindaban a su inteligencia. Ahora entra en escena un nuevo visitante de esa gran– diosa Exposición Universal de la creación visible. No ha es– tudiado en ninguna universidad del mundo. No tiene títu– los académicos. Pero tiene unos ojos claros, un alma abier– ta y una sensibilidad exquisita. El visitante se llama Fran– cisco de Asís. Murillo lo intuyó poniendo su pie descalzo sobre la bola del mundo, no para pisotearlo con desprecio, sino para así elevarse mejor a los brazos de su Señor Cru– cificado. 1) Francisco de Asís vio en cada criatura, no precisa– mente sus perfecciones y bellezas desligadas de su artífice; vio, sobre todo, en ellas, la obra de Dios. En esa obra, y a través de sus perfecciones, adivinaba la sabiduría, el poder, la bondad y la Providencia del Padre. En las perfecciones de la criatura leía las perfecciones del Divino Artífice. Ca– da una de ellas conservaba para Francisco el cálido perfu– me de Dios. Y como diría un poeta, en cada una de las co– sas creadas leía una D mayúscula, como marca, firma o se– llo del Divino Artífice. Las cosas son bellas. Y, como ha dicho un autor fran– cés, "la belleza es la última huella que subsiste en las cosas creadas, de su primer contacto con el Creador". Y esta hue– lla supo rastrearla como pocos Francisco de Asís. Entre todas las cosas, pocas tan bellas como la luz. Y, como tal, hechura de la eterna Belleza, que en ella dejó un reflejo de su hermosura. Gabriel y Galán dedicó estos versos exaltados a la luz del amanecer: "¡Salve, luz creadora! Si de la mano del Señor salida primera creación es toda vida, segunda creación es cada aurora". 2) Francisco, reflexivo, seguía sacando sus consecuen– cias a la vista de esta maravillosa creación visible. Si to– das las cosas fueron hechas por Dios, y Dios fue también

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