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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 15 co. Al elegir el escenario para la obra dramática de nues– tra vida, Dios no quiso situarnos en una sala de fiestas, si– no en un destierro, y con un largo camino por delante, so– bre cuyo polvo habrían de ir marcándose nuestros pasos hacia la Patria ... Nuestra misión es, pues, andar... No equivoquemos el camino ... No nos dejemos fascinar por la yerba fresca de la pradera y las bellas flores de los jardines, que nos inviten al retozo alegre y despreocupado. La vida es bella cuando se llena de contenido, acorde con nuestra dignidad de racionales y de cristianos. Pero una vida vacía y estúpida nunca puede ser bella; y fácilmente pudiera degenerar en algo absurdo y monstruoso. No se puede vivir de viento. Para mayores cosas somos nacidos. Y estas cosas son las que satisfacen, las que pue– den hacernos felices en esta vida y en la otra... ¿Hay algo más triste que el regresar a las seis de la ma– fiana de una gran jueri:ra, que ha durado muchas horas, con el cuerpo agotado, el alma desengañada y la conciencia en protesta, buscando, asqueados, un descanso tonificante en un sueño a deshora? ¡Cuando todos los demás trabajan hon– radamente bajo el esplendor del día, nosotros cerrando las ventanas para que la luz del sol, el canto de los pájaros y el ajetreo de los hombres no perturben nuestro sueño ex– temporáneo y no merecido! ... Cuando a uno de esos calaveras le echamos en cara la necedad de su vida inútil, y tal vez pecaminosa, casi siem– pre suele contestarnos con un desenfado increíble, imagi– nando en sus palabras una réplica contundente: "¡Bueno! ¡Ahora, que me quiten lo bailado !" Como veis, la respuesta es digna de ser esculpida en bronce, para eterno recuerdo e ignominia de quien pasó por el mundo usurpando el calificativo de racional. Yo le contestaría a ese pobre: ¿Que te quiten lo baila– do? ¡Bien quitado lo tienes! ... ¿Qué más te da ahora haber disfrutado entonces de aquellas juergas, o haber pasado aquel tiempo en el hospital o en la cárcel? Lo único que puede traer alguna satisfacción a tu alma o a tu cuerpo es el presente, o, si quieres, el pasado digno y honesto; pero lo vivido en juergas alocadas o pecaminosas, ¿qué satis– facción puede traer ahora a tu alma o a tu cuerpo? Pasó todo aquello, y pasó para siempre... Pero, no; no pasó. Pasó en la ejecución; pero no en la

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