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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD y en el alma la soberbia del infierno, revolvían los minúsculos tentáculos de sus mentes enfermiras en el cieno, y buscaban... ¡lo que encuentran tantos hombres que con limpio corazón miran al cielo! ¡Qué grandeza la del Dios de mi creencia! Y los hombres que lo niegan, ¡qué pequeños!" Naturalmente que, al haber en la ciudad una aglome– ración humana mucho más considerable que en los pueblos y aldeas, aumentan también en la ciudad las posibilidades de negocios pingües, debido al mayor consumo. Por eso en la ciudad se montan infinidad de negocios, explotando la frivolidad humana en sus ansias de confort y diversiones a todo pasto. Bares, cafés, restaurantes, cafeterías, clubs, salones de baile, casinos, teatros, cines, piscinas... La prensa nos decía no hace mucho que, en la Salamanca clerical y sembrada de conventos, noviciados, colegios y centros de cultura de toda clase, y con un censo no muy superior a las cien mil almas, había funcionando más de seiscientos centros de re– creo de estos tipos. Y yo pregunto: ¿Dónde se quedan en número los centros de cultura y las iglesias? Ciertamente que todos esos negocios no podrían soste– nerse en los pueblos, no por falta de ganas, sino por exi– gencias de la escasez de la población. Por eso será siem– pre mucho mayor la frivolidad en la ciudad que en el campo. La ciudad es el centro de la irradiación de la frivolidad, a través de mil inventos proporcionados por la civilización. De la ciudad parten los periódicos, expresión del pulso del mundo y difusores de sus mil frivolidades. Porque, ya no es sólo la información política o religiosa; es la in– formación también sobre deportes, diversiones, espectácu– los, etc... De la ciudad parte la revista gráfica, portadora de mil reportajes frívolos y hasta escandalosos. Están a la orden del día las bodas de príncipes, exhibición de lujos insultan– tes, las fiestas mundanas de idénticas características, los di– vorcios de artistas y los anuncios incitantes a base de ana– tomía femenina. De la ciudad parten las películas, que se exhiben luego

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