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P. DAVID DE LA CALZADA Y así como el insecto primoroso, visitador inquieto de las flores, más parece nutrirse de colores que de polen sabroso, la vida ciudadana, de la flor del placer fiel cortesana, no se acercaba a ella con aguijón de abeja laboriosa, sino con frágil ala lujuriosa de mariposa bella. ¡Qué de prisa las horas sin regreso rodaban por encima de los seres! ¡Qué nervioso el avance del progreso; qué fuertes los placeres; las fiestas qué brillantes, qué hermosas las mujeres, y los hombres qué cultos, qué elegantes!" (Gabriel y Galán: "Regreso"). El espíritu profundamente cristiano del poeta, pudo su– perar la prueba de aquel contacto fascinante con la frivoli– dad de la urbe pecadora. Descubrió la comedia humana con todos sus sofismas. Palpó la vanidad de todo aquello y, asqueado, volvió a su soledad campesina, reafirmándose aún más en su fe cristiana y en la sana moral del Evan– gelio. En otra de sus composiciones, también admirable y pro– fundamente cristiana, que titula "AdoraciónH, alude con in– mensa pena al naufragio de la fe de muchos, al contacto con el artificio y el cieno de la ciudad. He aquí algunas es– trofas: "...por beber entre vosotros la existencia, ha ya mucho que a estos sitios vine huyendo de la mágica ciudad artificiosa donde flota el oro puro junto al cieno, donde todo se discute con audacia, donde todo se ejecuta con estrépito. Tal vez bulla entre vosotros todavía una turba de sofistas embusteros, que negaban a mi Dios con artificios fabricados en sus débiles cerebros. Con el agua de la charca a la cintura