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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 191 mundo ha quedado lleno de ruinas de odios, y hecho una verdadera pena. Ahora sólo falta una cosa: Que nuestro Padre Dios, que por el agujerito h.:i estado contern.plando el desarrollo de nuestras vidas, abra esa puerta cerrada y nos pida cuentas ... Pero antes, asomémonos también nosotros a ese aguje– rito, para ver desde arriba, como a vista de pájaro, esa loca frivolidad humana en sus reductos geográficos y sociales. San Pablo escribe a los Corintios: "El hombre animal no puede hacerse cargo de las cosas que son del Espíritu de Dios, pues para él son todas una necedad; y no puede entenderlas, puesto que se han de en– tender con una luz espiritual". (1 Cor, 11, 14). Y nosotros deducimos: como el hombre animal abunda mucho más en el mundo que el hombre espiritual, de ahí la turbamulta de los que, ateniéndo,e a las cosas materiales y sensibles, que son para ellos las únicas cotizables, juzgan necedad y locura las cosas espirituales y divinas, que no les merecen cotización ni aprecio, y las dej2.n totalmente al margen de su vida. El hombre animal es el que nutre las filas del ejército inmenso de la frivolidad. Vivimos, como decía un poeta en "un mundo de categorías insustanciales". (E. Marquina). Frivolidad en el pueblo, en la aldea, en el campo. Cierto que no es este el mis adecuado ambiente para el desarrollo de la frivolidad. Sin embargo, también en él vegeta y prospera. El campo, la aldea, el pueblo son feudo también, y hoy más que nunca, de esta epidemia universal y degradante. Y la razón es obvia: Con nosotros llevamos esta natu- raleza viciada. zarandeada las tres clásicas concupis- cencias. Ansia, de riquezas, honores y de placeres. Y es- tas concupiscencias, aun en la soledad y en el ambiente sano pueblerino, son incitación constante a mil tonterías, que caen de lleno en el campo de la frivolidad y, con fre– cuencia, lo rebasan. Y es que el pueblo o la aldea o el campo :'>-"ª no están, como antes, aislados del ~rran mundo. La civilización ha tendido multitud de puentes entre la ciudad y la aldea; y a través de ellos, la aldea se comunica con la ciudad; y el

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