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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLID1\D 185 La jubilación para ellos es ab::,oluta: de su profesión o empleo materiales, y hasta de su profesión de cristianos. He ahí otra forma más disimulada de la frivolidad en la vejez. La frivolidad en la juventud se muestra más visible, es– trepitosa, bullanguera; en la edad madura y en la vejez va más disimulada a través de la ear2. mis seria. las actitu– des más prudentes, los movimientos más mesurados, las arrugas, las canas, la aparente formalidad exterior. La anécdota se refiere del insigne compositor Ricardo Wagner. Visitaba el maestro el manicomio de Bairuth (Ba– viera). Iba a hacer entrega de una cuantiosa donación a favor de aquellos desgraciados. En el patio central del edificio se encuentra con un loco acogido al benéfico establecimiento. El loco le mira con to– da atención, como queriendo reconocerle y, por fin, le dice decidido: -¡Hola, compañero! Has tardado mucho en venir. Hace ya mucho tiempo que te esperábamos ... El célebre músico, siguiéndole el humor, puso el índice de su derecha en los labios, como para imponerle silencio, y le dijo: -¡Cállate, hombre! No me descubras. ¿No ves que ven– go de incógnito? Pudiéramos decir aquí que, en este inmenso manicomio del mundo, el joven frívolo es mis bien un loco declarado y patente; el hombre de edad, u11 loco medio de incógnito. Pero loco, al fin. No vayamos a llevar las cosas demasiado lejos, afirman– do que todos son frívolos y, por tanto, un poco locos, lo mismo los jóvenes que los ancianos. Entre la ancianidad y la juventud encontramos muchas y muy honrosas excep– ciones. La discreción y la sensatez no son cosas que depen– dan en absoluto de los años, aunque 1os años y la experien– cia puedan prestarles considerable ayuda. La frivolidad prácticamente se encuentra, en mayor o menor grado, en todas las edades de la vida. Balmes tiene una página de oro, que no me resisto a insertar aquí: -"Poco basta para extraviar al hombre; pero tampoco se necesita mucho para corregirle algunos defectos. Es más débil que malo, dista mucho de aquella terquedad satánica