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F-WIOGP..AFIA DE LA FRIVOLIDAD 183 de los hombres mayores, se ha dicho que es el orgullo; y su consecuencia, la ambición. Y, como para escalar se necesita muchas veces fingir, ocultar, simular algo que no se es, viene la hipocresía, en– carnando las más variadas y disimuladas formas. Y se si– mula lo que no se es, y se dice lo que no se siente. Y se convierte la vida en una obra de teatro. ¡Cuántas tonterías, inconsecuencias y absurdos tiene que decir o cometer un hombre, dominado por la ambición y dispuesto a escalar a toda costa! Otra manifestación frecuente de la frivolidad en los ma– yores aparece en el aprecio desmesurado de las riquezas materiales, del oro, del dinero, que se procura a toda cos– ta, y con más ahinco aún que en la juventud. Es algo ciertamente bastante ridículo, que un hombre de setenta o más años, abocado ya, por ley natural, a una muerte próxima, se vea consumido por la fiebre del oro y no piense en más que en amontonar billetes de banco. ¿Pa– ra qué esos afanes absurdos a dos pasos de la eternidad? Prudentemente podemos decir que él ya no lo va a necesi– tar. Sus hijos, ya mayores, han recibido su herencia no exi– gua, y una carrera, negocio o porvenir, que asegure su sub– sistencia y la de sus hijos. ¿Para qué, pues, ese ciego afán de amontonar dinero frente a la muerte? Ellos lo justificarán con la misma contestación de siem– pre, que arguye poca fe cristiana y menor confianza en la Providencia de Dios: "Por lo que pueda ocurrir... Todavía me puedo ver pidiendo limosna ... ¡Quién sabe las sorpre– sas que puede reservarnos la vida! ... " Pero entre las mil cosas que puedan ocurrir, su previ– sión insensata no piensa en una muy seria, y que echaría por tierra sus cálculos materialistas: Que después de tener amontonados millones de pesetas, una mano furtiva pueda dar con los fajos de los millones, y en unos momentos de– jarle en la miseria. La riqueza de este mundo, por mucho que se la guarde, está expuesta a la polilla y a los ladrones. Nunca de más actualidad la recomendación de Cristo, de que atesoremos riquezas espirituales para el otro mundo; esas riquezas que no pueden roer la polilla ni robar los la– drones... Edad madura, vejez ... Tiempo de recolección de méritos y virtudes, única riqueza con cotización en el más allá...
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