BCCCAP00000000000000000000519
182 P. DAVID DE LA CALZADA frecuencia. Que la juventud es efímera; pasa pronto. Trans– currirán unos pocos años, y el joven de hoy será ya un hom– bre maduro. Y unos años más tarde, (en el mejor de los casos), no será más que un pobre viejo que busque un po– co de comprensión y de cariño en otros que acabarán de convertirse en jóvenes. Y digo "en el mejor de los casos", porque en el peor ni siquiera llegarán a viejos. Se habrán quedado en el camino... Si tú gozaras de eterna juventud, si tú no pudieras lle– gar a viejo, quizá comprendiéramos un poco mejor esa tu actitud un tanto despectiva para con la vejez. Pero pu– diendo, en el mejor de los casos, llegar a ser un viejo den– tro de muy poco, me parece estúpida esa actitud frente a la vejez. Será tirar piedras a tu propio tejado; pues sería necio el imaginarte que los jóvenes del mañana van a ser más respetuosos contigo, que tú ahora con los ancianos de hoy. Nosotros, los mayores, formemos lo mejor posible a nuestra juventud. Estimulemos y alentemos honradamente a los jóvenes en sus nobles ideales. Pero no fabriquemos hombres fatuos e inútiles para el mañana con la droga o el corrosivo de la adulación cobarde y egoísta. Haríamos un pésimo servicio a la patria, y Dios nos pediría cuenta... Pero no vayamos a creer que la frivolidad es sólo do– lencia de la juventud. En otras formas y manifestaciones lo puede ser también de la edad madura, y aun de la ancia– nidad. Digo en otras formas y manifestaciones, pues ya se declaró en otra parte que la frivolidad es multiforme. Co– mo un payaso del teatro, adopta multitud de formas e in– dumentaria para entretener a los espectadores. La frivoli– dad no respeta ni sexos ni clases ni edades. No vayáis a buscar la frivolidad de los mayores en el baile, en el club o en la sala de fiestas, aunque también a veces se encuentre allí. Sorprendedla, más bien, en ese po– co aprecio de las cosas espirituales y eternas, y en la plus– valoración de las cosas materiales y efímeras. No la bus– quéis tanto en los placeres sensuales, que al paso de los años, y con el quebrantamiento de la salud y pérdida del vigor, han perdido ya para el adulto muchos de sus en– cantos. Buscadla en la ambición y el orgullo por escalar los altos puestos rectores de la sociedad. Estas son las pa– siones que los años no han podido amortiguar. La pasión
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz