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178 P. DAVID DE LA CALZADA Para muchos jóvenes es el todo de la vida; y el baiie es la salsa de la diversión. Hasta los mayores les conceden muchas veces un derecho absoluto e incondicional a la di– versión. Cuántas veces he oído a padres por esos mundos de Dios, aludiendo a sus jóvenes hijos: -Son jóvenes. Esta es la edad. Hay que dejarles que se diviertan. Si ahora no se divierten, ¿cuándo se van a di– vertir? En un centro regional provinciano que, por razón del ministerio, tuve que frecuentar bastante, pude observar que, mientras allí se organizaban bailes, crecía sensible– mente el número de socios jóvenes, y el centro vivía una vida próspera y desahogada. Cuando, por circunstancias del inmueble, la celebración de bailes se hizo imposible, vino la desbandada de la juventud, y el centro quedó reducido a la soledad y al abandono. La juventud desapareció del centro como nor encanto. Tan sólo una docena de socios, ya de ~ontinuaron yendo todos los días a jugar su partida y tomar su café. Ved cómo también la Juventud de Acción Católica, las piadosas Cofradías, Asociaciones y Ordenes Terceras se han venido en poco tiempo abajo. Todas esns entidades están hoy nutridas casi exclusivamente de hombres y mujeres de edad. Y como éstos se van muriendo y no son reempla– zados por jóvenes, muy pronto tendrán que desaparecer por inanición. Otra de las cosas que trae locos a los jóvenes de hoy es el atuendo externo conforme a la moda y usos de la época. Y sin duda que, de las cmms que más disgustos están dan– do a los padres de nuestro tiempo, una es el oponerse a que sus hijos jóvenes lleven melena,;. Mesar a uno las barbas, era considerado en otros siglos como una deshonra e ignominia tal, que podía ocasionar un desafío o un duelo. Pero no sé de ningún caso en el que, por el hecho de que a uno le mesaran las barbas, éste de– cidiera, nada menos que suicidarse. Sin embargo hoy ya tenemos algún caso; porque a al– guno le cortaron las melenas, lo tomó tan en serio, que no dudó en llegar hasta el suicidio... ¡La vida sin las melenas, ya no le parecía digna de vivirse! ... Esto resulta, por lo menos tan estúpido, como el caso artisfa de cine que, porque en una aduana ave-

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