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170 P. DAVID DE LA CALZADA más actualidad y vigencia: "Está desolada la tierra toda, porque no hay quien recapacite en su corazón". (XII, 11). La inteligencia y la reflexión sobre las grandes verda– des del más allá, capaces de meternos en vereda, son para nosotros como la chaqueta o el abrigo, de los que nos des– pojamos y colgamos en la percha para andar, en tiempos de calor, más cómodos por casa. Ante todo la comodidad y la despreocupación, y que se hunda el mundo. El Salmo XIII nos da una visión trágica de la humani– dad en el aspecto moral y religioso. Dios se asoma allá en la altura de sus cielos, y lo que ve aquí abajo es poco con– solador. He aquí las palabras del Salmo: "Dice en su corazón el necio: "No hay Dios". Todos obran torpemente, no hay quien haga el bien. Mira Yavé desde lo alto de los cielos a los hijos de los bres, para ver si hay entre ellos algún cuerdo que busque a Dios. Todos van descarriados, todos a una se han corrompido, no hay quien haga el bien, no hay uno solo. ¿Se han vuelto del todo locos los obradores de la ini– quidad, que devoran a mi pueblo como se come el pan, sin acordarse de Dios para nada?". (XIII, 1-5). Esta visión catastrófica del mundo, lleno de locos y de malvados, sin un solo cuerdo, que Dios contempló hace si– glos al asomarse a los altos cielos, ¿habrá cambiado hoy de perspectiva? ¿Seremos hoy más cuerdos y más sensatos? ¡Esto es lo más triste! Las cosas han ido de mal en peor, como hemos visto claramente en el texto aducido del Con– cilio Vaticano II. Concretamente en nuestra España, después de aquella espléndida explosión de fe, de piedad y hasta de moralidad pública durante nuestra guerra civil, que despertó a tan– tos dormidos, apenas enmudecieron los cañones, arrullados por las auras de la paz, volvimos a adormecernos en la in– constancia de la frivolidad y la vida fácil. Las cosas fueron en aumento, y se acentuó el olvido de Dios y el regreso a la materia. Es verdad que aún estaban en la memoria el recuerdo de nuestros muertos, las fatigas y sobresaltos que no perdonaron a nadie, los escombros ha– cinados, la crisis de los abastecimientos, etc ... Pero había vuelto la paz, la economía se iba rehaciendo, subía el nivel de vida... Ante esta perspectiva prometedora, todos senti-
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