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l.GG l:'. DAVID DE LA CALZADA negociaré después con un amigo, y, si me da por ti maravedises, irás con él a recorrer países. -¿Sin cabeza? ¡Ay de mí!, -gritó Y replicó el discreto vascongado: -¿Por esa pequeñez te desazonas? Pues hoy viajan así muchas personas". el pes– [cado. Por lo que se ve, ya entonces eran muchos los que sin cabeza viajaban por todas partes. Pero bien podemos ase– gurar que en este siglo del turismo, del automóvil, del avión y de los grandes expresos internacionales, los sin ca– beza forman un verdadero aluvión que cubre los cinco con– tinentes. Se vive a lo loco ... No se da importancia a nada que valga la pena, y se da una importancia excepcional a lo que no tiene importancia ninguna. ¿Es de cuerdos convertir el deporte poco menos que en una religión? ¿Es de cuerdos dar a un balón que se cuela por una portería, rango de acontecimiento histórico inter– nacional, capaz de enloquecer a unos y provocar en otros una angina de pecho? ¿Es de cuerdos apreciar más la ca– miseta de un futbolista o el botón de la chaqueta de un cantante melenudo de la canción moderna o la foto dedi– cada de una estrella de la pantalla, que la reliquia de un santo, la espada de un héroe de la patria, la pluma de un sabio o la misma misa del Domingo? No andan bien equilibrados los cerebros. No hay en la mente lastre suficiente de ideas serias que pesen en nuestras vidas. El vacío cerebral hace que las mil veleida– des del mundo nos lleven la cabeza en todas direcciones. El grafismo en los razonamientos caracterizaba las ex– plicaciones del doctor Becker a sus alumnos. En cierta oca– sión era la circulación de la sangre lo que les estaba ex– plicando: -Fíjense ustedes, señores; si me coloco cabeza abajo, toda la sangre se me viene a la cabeza. Esto lo comprenden ustedes bien. Pero, ¿por qué entonces cuando estoy en pie no se me baja toda la sangre a las piernas? Un alumno le contesta en el acto, no sé si en plan se– rio o en plan humorista: -Porque las piernas no están huecas, señor... ¡Las pier– nas no estaban huecas! Las cabezas, por lo visto, sí. ¡Cabe-

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