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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 163 de parentesco con la demencia. El frívolo no es completa– mente normal. Hay un cantar español que dice: "Un loquillo del hospicio me dij o en cierta ocasión: Ni son todos los que están, ni están todos los que son". Y hay otra copla que añade: "Para contentar su afán, cantaba a una reja un loco: Unos estamos por poco; otros, por poco no están". Las enseñanzas de esa sana filosofía del pueblo, ence– rrada en el estuche primoroso de coplas y refranes, nos di– ce que hay una cierta locura, la locura de la frivolidad, de la que están libres muchos locos del manicomio, y que padecen muchos de la calle, que son considerados como cuerdos y nadie se ha atrevido a encerrarlos. El Doctor Owen Copp, médico director del manicomio de Pensilvania, afirma que todos, hombres y mujeres, esta– mos más o menos locos en ciertos períodos de la vida, y que hay pocas familias en las que no se registre algún caso de auténtica locura cada dos o tres generaciones. Locuras que, por otra parte, no obligan a la reclusión en un mani– comio. Por eso aquello del chiste: Un loco se asoma a una ven– tana enrejada del manicomio y pregunta a un transeúnte que pasa por la calle: -Oye, ¿sois muchos ahí dentro, detrás de esa reja? Otro doctor nos dice con la mayor tranquilidad, que es muy difícil hallar un hombre cuerdo. Y añade, que un hom– bre así, "sería probablemente muy pesado y aburrido. Su mentalidad sería incolora y fría. Y su vida regulada y orde– nada como una máquina. El hombre completamente cuer– do, -añade el doctor-, no tendría imaginación, puesto que imaginación es un cierto modo de locura". En fin, que de las palabras del doctor tendríamos que deducir que la sensatez cabal parece poco deseable; y que un poco de locura nos vendría muy bien a todos. ¿Qué os parece? Desgraciadamente, no un poco, sino un bastante de lo-

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