BCCCAP00000000000000000000519

P. DAVID DE LA CALZAI>A e interpretar una serie de señales de tráfico en una frac– ción de segundo. ¿Resultado? Que son innumerables los que se equivo– can, tomando una dirección que no es la suya. Pero todo se ha previsto y todo tiene remedio. Los equivocados encuen– tran, setenta metros más adelante, un gran semicírculo, con un letrero que dice: "Por aquí se vuelve atrás". Y resulta confortante, para el que se ha equivocado, el ver que son tantos los que caen en el error a todas horas, que los ingenieros han creído preciso dar a todos los auto– movilistas aquella oportunidad para rectificar su dirección. De hombres es el errar. ¿ Quién no se ha descaminado alguna vez en la vida? Afortunadamente para nosotros, en el terreno moral, podemos rectificar la dirección en cual– quier momento, con más facilidad y rapidez que en las au– topistas más perfectas ... Rectifiquemos cuanto antes, si hay que rectificar, porque en la tardanza está el peligro de que una muerte imprevista haga imposible la rectificación. Una de las más bellas composiciones poéticas de Ga– briel y Galán se titula "Regreso". El regreso es de la ciu– dad. Había abandonado la paz idílica de sus campos y fae– nas agrícolas, en el ansia de conocer la ciudad con todas sus mágicas fascinaciones. Y, después de verlo todo, desen– rrañado de los falsos oropeles ciudadanos, y asqueado del materialismo e hipocresía de sus habitantes, regresa a su soledad, plasmando sus impresiones en estas estrofas: "Pero ya estoy aquí, campos queridos, cuyos encantos olvidé por otros, amasados con miel y con veneno. ¡Pequé contra vosotros! ¡Recibidme otra vez en vuestro seno! Yo te conozco, solitario monte; te cantaré de nuevo, Patria mía; beber quiero tu luz, ancho horizonte, gozar quiero tu paz, ¡oh mi alquería! Aquí no vive la materia inerte, esa vida que presta el artificio; estéril disimulo de la muerte. Viven aquí las cosas, porque en su entraña cada cual encierra la del vivir estimación divina,