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150 P. DAVID DE LA CALZADA desengañado de la vida y sus vanidades, abandonó el mun– do y entró en un convento. El "después" había triunfado del presente; y con espí– ritu profundamente previsor y cristiano, decidió utilizar el efímero presente, para asegurar el eterno porvenir... Esto hacen los cuerdos. Los insensatos hacen lo otro; olvidar el eterno porvenir, para enfangarse en el efímero presente. Es una pena muy grande que, hasta los que se tienen por filósofos, por pensadores, por sabios, caigan también en esta aberración. Ahí va una muestra: Ortega y Gasset escribe: "Aprendamos a preferir lo corruptible a lo inmutable; la trémula mudanza de la existencia, a la esquemática y lívida eternidad". Y comenta a este propósito el P. Martín Vigil: "Permitidme añadir que los hombres no acaban de acostumbrarse a prescindir de verdad, definitivamente, de lo inmutable en bien de lo corruptible; y que, cuando la trémula mudanza de la existencia amenaza terminarse, si– guen siendo fieles a la vieja costumbre de pensar en la es– quemática y lívida eternidad". Que seas tú uno de esos. Que la eternidad esté presente en tu vida y en tus cálculos. Que des importancia a lo eter– no sobre lo temporal, a lo incorruptible sobre lo corrup– tible... Con esta previsión, yo te aseguro una vida digna de hombre y de cristiano; y, tras esto, el cumplimiento en ti de las inefables promesas del Señor. II) Grandeza del hombre. No debemos perder nunca de vista nuestra grandeza de hombres y de cristianos. El aristócrata debe vivir una vida digna, que armonice con la vida de los gloriosos de su estirpe y con la sangre noble que lleva en sus venas. El rey no puede olvidarse un momento de su grandeza, para que todo su porte armo– nice siempre con su excelsa dignidad. Sería algo muy in– digno y degradante que un aristócrata o un rey aparecie– ran por la calle como unos palurdos, arrastraran su vida por las tascas mugrientas como unos vulgares arrieros o rufianes, y se tambalearan borrachos por las esquinas de las plazuelas. Tú eres un hombre y un cristiano. Por tanto, rey de la

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