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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 115 eternos resortes de pasiones y apetencias inmersas en la in– timidad personal. Antes se mataba a palos o a puñaladas. Ahora con una pistola, con un barbitúrico o con una inyección. Antes se divertían las gentes bailando bajo la luz de la luna, al son del tam, tam, en plena selva. Ahora en un moderno club semioscuro, al son de un tocadiscos. Son esas modalidades que ha introducido eso que he– mos llamado civilización; pero los hombres siguen hoy di– virtiéndose o matando, obedeciendo en ello a los mismos resortes o incentivos de siempre. Apetencias y pasiones que van como lastre en el fondo de nuestra naturaleza vi– ciada. Y llega un momento en que, si no le frena la fe o la caridad cristiana, el hombre reacciona bajo los mismos eternos impulsos de pasiones y egoísmos, como lo hicie– ran sus congéneres de la prehistoria o la edad de piedra... ¡Basta ya de tanta mandanga de que todo ha cambiado! Han cambiado muchas cosas; pero hay otras muchas que perduran, a despecho de los hombres, y también estas hay que tenerlas en cuenta a la hora de actuar y de vivir. Francamente tengo miedo de que, fundados en muchas falsedades de cambios aparentes, podamos rechazar los sacerdotes viejas fórmulas de apostolado, de probada efi– cacia en otros tiempos, con el pretexto de que ya no sirven para la situación actual, y podamos desarticular la estruc– tura y el montaje de una pastoral eterna, prescrita por Cristo y practicada por la Iglesia. Me duele pensar que este cambio lo han llevado al– gunos a las ideas religiosas y morales, no haciendo mejo– res a los cristianos, sino sembrando el confusionismo en las conciencias. Y por este camino se van acostumbrando las gentes a pensar que muchas de las cosas tenidas hasta aho– ra como pecado, ya no son pecado. Que cosas que hasta ahora se habían tomado muy en serio, ya no hay que to– marlas con tanta seriedad. Que todo está en el aire, que todo se tambalea, y ya apenas se sabe qué es lo que de ve– ras hay que creer... El mismo Concilio Vaticano II nos el.ice: "Aun las pala– bras definidoras de los conceptos más fundamentales, re– visten sentidos harto diversos en las distintas ideologías". (Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, núm. 4). Lo que parece decirnos que ya tergiversamos las cosas

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