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112 P. DAVID DE LA CALZADA tiempos en que vivimos, con los usos y costumbres de la época. Y, fiados en que casi todos viven al margen de la Ley, en que Dios es infinitamente mfaericordioso, y en que en su opinión, no puede condenar a tantos, se imaginan que no hay que tomar la Ley de Dios tan en serio, y que pueden vivir impunemente como viven los demás... Y, encima, se permiten decirnos a los sacerdotes, que les recordamos la Ley de Dios como es, como salió de la– bios de Cristo: "Ustedes ya son unos anticuados. Hay que vivir al día. Hay que acomodar la Ley de Dios al ambiente de nuestro tiempo. Esa interpretación estaría menos mal para la Edad Media. ¡Pero anda, que no han cambiado las cosas desde entonces!" ¡Este es el engaño! Creer que, porque nosotros hemos cambiado, Dios tiene que carnbiar también. Fijarse dema– siado en el atributo de su misericordia, y olvidarse por completo del de su justica. ¡Qué estúpidamente nos enga– ña la sensualidad! ... Hay una sabrosa copla española que dice: "Si el mal lo practican todos, nos parece menos mal. ¿Por qué, si pisan el lodo, tú también lo has de pisar?" (A. Velasco Morales). El obispo Fulton J. Sheen, escribe: "Se pone demasiado énfasis en la afirmación de que de– bemos amoldarnos a nuestro ambiente y a la sociedad en que vivimos. Pero más bien debemos, ante todo, hacer un ajuste con nosotros mismos, subordinando el cuerpo al al– ma, los sentidos a la razón, la razón a la fe". Otros deben creer que el Concilio Vaticano II ha dero– gado, reducido o ateñuado los divinos N[andamientos. Y que, de los tres enemigos del alma, ha suprimido uno: el mundo. Ha capitulado con él, y ya somos tan amigos. ¡So– lemnes equivocaciones, expuestas a los mayores fracasos! El Concilio y el Papa pueden derogar, reducir o atenuar leyes eclesiásticas, emanadas de otros Papas o de otros Con– cilios. Pero nada de esto pueden hacer, ni lo intentarán nunca, con leyes impuestas por el mismo Dios, cuya auto– ridad está muy por cima de todos los Papas y Concilios. ¿ Creéis vosotros que un sargento puede anular o atenuar