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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 111 peren al borde del camino. Clavada la vista en la lejanía gloriosa, caminemos con santo entusiasmo hacia la Patria, donde nos espera la prometida felicidad: El P. Granada escribe: "Si es sabio médico el que sabe ordenar la medicina pa– ra la salud, que es el fin de esa medicina, aquel será per– fecto y absolutamente sabio que supiere ordenar su vida para la muerte; esto es, para la cuenta que se ha de dar en ella, a la cual se debe ordenar toda la vida". Era el año 1954. En Sabadell se estaba rodando la esce– na final de la película española "Lo que nunca muere". En ella interpretaba uno de los papeles principales la actriz Mercedes de la Aldea. Era una estrella joven. Contaba veintitrés años, y había entrado ya en el cine por la puer– ta grande, tras unas brillantes actuaciones en la radio y en el Teatro de Cámara de Barcelona. En un descanso del rodaje, es invitada por un amigo suyo piloto a subir en su avioneta y dar unos vuelos sobre las cercanías. Acepta ella muy gustosa. El piloto pone el motor en funcionamiento. Y cuando la artista se aproxima al aparato para subir a él, le alcanza la hélice y le destroza el cráneo. Llevada a una clínica próxima, fallece a los po– cos minutos ... ¡Qué sarcasmo!. .. ¡Filmando la última escena de la pe– lícula "Lo que nunca muere", y es ella la que muere antes de terminar la película!. .. Si su breve vida de veintitrés abriles había tenido sentido cristiano auténtico, feliz ella... Pero si su vida careció de ese sentido, y no fue más que una vida frívola, vacía o pecadora, desgraciada para siem– pre... Es muy difícil que, por lo imprevisto del desenlace, pudiera tener una rectificación a tiempo... IV) Dios no ha cambiado; y, por tanto, no ha derogado, ni disminuído, ni atenuado sus leyes. Padecen hoy muchas gentes un engaño fatal. Miran a la Ley de Dios, y les parece demasiado seria. Miran luego al mundo, y ven que el mundo hace mangas y capirotes, que vive su vida al margen de la Ley de Dios, que no ha– ce caso de ella para nada. Y ellos raciocinan de esta ab– surda manera: ¿Cómo va el Señor a condenar a tantos? Dios tiene que ser bonachón y condescendiente. Tiene que hacer la vista gorda. Tiene que tener consideración con los

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