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CAPITULO X MAS PRINCIPIOS ORIENTADORES DEL RECTO JUICIO SOBRE LAS COSAS (II) "En nuestros días, si nos cogemos la cabeza con las ma– nos para pensar serinmente en algo, al momento nos pre– guntan si sentimos dolor de cabeza, -escribe un autor. El pensar en serio parece que está hoy tan al margen de nuestros usos, que ese gesto tradicional del hombre pen– sador apoyando su cabeza sobre las palmas de las manos, como para recibir en ellas carifi.osamente las ideas brota– tadas del cerebro, se interpreta muchas veces como indi– cio de dolor de cabeza. ¡Quizá a muchos les duela, por no haber pensado nunca en nada! Aunque no sea con las manos en la cabeza, pero sí con la atención sosegada de la mente, yo te invito, querido lec– tor, a pensar en algo que vale la pena, porque puede orien– tar definitivamente tu vida por caminos de Salvación. I) El hombre es propiedad absoluta de Dios; y por tanto, súbdito también de Dios. Hace unos afi.os , pocos, tú eras nada, cero... Hoy eres un caballero o una dama, con cuerpo material provisto de ad– mirables sentidos, y con un alma espiritual e inmortal, do– tada de potencias no menos admirables. Eres una obra ma– ravillosa de Dios. El fue quien sacó tu alma de la nada y, con la colaboración de tus padres, formó de barro la ma– ravillosa máquina de tu cuerpo. ¡Dios fue tu Creador! Pero hace ya una buena porción de años que te mueves por el mundo, disfrutando de la vida, de la salud, del cuer– po y sus sentidos, del alma y sus potencias. ¿A quién le de– bes tu permanencia en el ser de hombre, y el disfrute tan prolongado de todas sus prerrogativas? Se lo debes a Dios. Contigo está obrando un prodigio amoroso constante que se llama el beneficio de la conservación. Si Dios te dejara un momento de su mano, aquel mo– mento sería el último de tu vida. Todavía peor; sería el mo– mento de tu desintegración total y tu vuelta a la nada... Si sigues viviendo, si sigues disfrutando de tantas cosas, es

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