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102 P. DAVID DE LA CALZAI)A Francisco Suárez, el teólogo insigne, afirmaba que da– ría con gusto toda su ciencia a cambio de sólo el mérito del rezo de una Avemaría. Todavía otra anécdota, en este noble afán de poner de relieve el predominio de lo espiritual sobre lo material. Era un joven comunista. Tenía un gran amigo, fervien– te católico, al que trataba de conquistar para su causa. Con un proselitismo insistente y machacón, le enumeraba lm: favores, beneficios y mejoras materiales que el partidc, le había de proporcionar. Y un día terminó su prédica con esta observación, que creyó sería de efecto: -Vuestros sacerdotes no se preocupan realmente de vos– otros. Y, si no, dime: ¿Qué es lo que el sacerdote católico te da? ¿Te da ropa, zapa.tos, tabaco, comida, dinero? Nada de eso has recibido de él. Pues todo esto te lo proporciona el partido. El joven católico, aunque pobre en medios materiales, se desabrochó la camisa y le largó a su amigo esta pregun– ta desconcertante: -¿Puedes ver con tus ojos lo que hay en mi corazón? -¡Claro que no!, -respondió el discípulo de Marx. -¡Muy bien, -continuó el católico-; pues, déjame de- círtelo. El sacerdote me regala todo lo que necesita mi co– razón. Soy rico sin tener dinero. Soy feliz, aunque carez– co de mil cosas materiales. Yo necesito verme libre de mis pecados, y el sacerdote me los borra del alma con la san– gre de Cristo en la confesión. Necesito alimentar mi alma, y el sacerdote me la alimenta gratis, con el cuerpo y la sangre de Dios en la comunión. Necesito orientación en la vida, y el sacerdote me la proporciona con la luz de la ver– dad revelada. Necesito alivio en mis amarguras, y el sacer– dote deja caer sobre mi alma atribulada el bálsamo del consuelo que proporciona la fe. Los vestidos que tu partido me promete, se gastarán. El tabaco, se convertirá en humo. El dinero se esfumará en las transacciones del comercio. Pero lo que el sacerdote ca– tólico me proporciona, me hará feliz en la vida, y me con– ducirá a la felicidad eterna del cielo... ¡Magnífica contestación! Pero, claro está, que estas cosas no se cotizan en Rusia. El materialismo de Moscú las da por ilusiones sin consistencia... 4) Lo eterno es más importante que lo temporal.

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