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·mos a los cuales atendía con grán cuidado, para complacerlos y satisfacer sus deseos en la administración de los medicamentos y en la preparación de los alimentos. Buscó la manera de suavizar en los otros los sufrimien– tos, y cuando el tiempo se lo permitía, con las palabras y con las oracio– nes procuraba proporcionarles consuelo. Como lo probarán, etc. ARTICULO VIII Es verdad que su mente y · su corazón se elevaban continuamente a Dios. Con el amor a le oración y a la ·Santísima Eucaristía aumentó en el S. D. el conocimiento y el amor al mismo Dios. Su plegaria u oración fué excelente e intensa; se unía y se abandonaba con confianza a Jesús, aún más, gozaba de poder sufrir a imitación del Divino Maestro, acep– tándolo todo como venido de Dios con imperturbable calma, siempJ;"e con– tento, jovial y alegre. Como 10 proharán, etc. ARTICULO IX Es verdad qne el S. D. por el amor que t~nh al Señor, no temía otra cosa que ofenderle. Su ·conciencia era muy delicada. No sólo odiaba y huía del pecado mortal sino también del venial. Además, el pensamiento de las ofensas hechas al Señor, le estimulaba a hacer con más devoción las practicas de piedad. Toda su vida religiosa fllé para él un perenne es– tudio de los medios más adecuados para amar al Señor. Mortificaba su cuerpo, hasta llamar la atención de sus superiores; huía el ocio, el prolon– gado descanso, y en los cortos ratos de recreación, le gL1staba entretener– se y hablar de cosas espirituales. Como lo probarán, etc. ARTICULO X Es verdad que el S. D. alimentó un amor y una devoción verdadera– mente filiales hacia la Santísima Virgen, la CL1al devoción fomentó ya en– tre los otros religiosos, ya entre los seglares, no omitiendo nada, sino haciendo cuanto pudo, para que la amasen. Fué perseverante en el rezo del Santo Rosario, devoción que le proporcionaba gran consuelo y gloria celestial. Como Jo probarán. etc. 49

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