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importa; yo deseo el martirio». Quiso de este modo correr 1a suerte d~ sus Hermanos, ser su compañero en la hora del martirio y sa~rificar con ellos el bien supremo, la vida, por la redención de España. Como Jo probarán, etc. MARTIRIO DEL SIERVO DE DIOS PADRE ILDEFONSO ARTICULO XVII Es verdad que bajo el fútil pretexto de un bombardeo de los Naciona– listas a objetivos militares realizado en Gijón el día 14 de agosto de 1936, como a las cuatro y media de la tarde, irrumpió una turba de revoltosos en la iglesia-prisión, disparando armas de fuego para matar a todos los prisioneros. Los insultos y las blasfemias eran inauditos. En esos terri– bles momentos los pobres detenidos se refugiaron en las capíllas laterales de la iglesia-cárcel, a fin de verse libres de los golpes de las armas de fue– go. Un joven llamado Gaspar Díaz Jove, viendo pue se acercaba la hora de la muerte, pidió a los religiosos que dieran a todos los presos la Ab– solución Sacramental. En aquel mismo momento el P. Arcángel de Val– davida trazó la señal de 1a Cruz. Hecho apenas este acto, los milicianos cogieron a los a los presos y empezaron a escogerlos para la muerte. Pri– meramente eligieron a aquellos contra quienes abrigaban antiguos ren– cores, para vengarse; después a Sacerdotes y Religiosos; finalmente, a aquellos que, sin estar seguros, sospechaban que eran Sacerdotes. Desde _este momento hasta las primeras horas del día siguiente continuó el dolo– roso desfile de los mártires. Todas las víctimas afrontaron el martirio se– rehamente. Ninguno opuso resistencia. Todos se enfrentaron al piquete de ejecución rezando el Santo Rosario, invocando así, de la Madre de Dios, la fortaleza y la serenidad en la hora suprema del sacrificio. Como Jo probarán, etc. ·· ARTICULO XVIII Es verdad que en las inmediaciones de la iglesia-prisión de San José habfo un gentío enorme; unos en forma de meros curiosos; otros insultan– do a las víctimas y blasfemando sin tasa. Predominaba el elemento femeni– no que, con gestos y palabras, alentaban a los asesinos. Entre tanto odio los mártires no se amedrentaron, mas fuertes en la fe, se dieron unos a 32
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