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En el difícil ejercicio de la corrección supo conciliar la dulce caridad con la digna energía; ·tuvo .tacto para reprender; supo conocer las almas y compadecerse de las miserias humanas. Vigiló siempre para que no se fal– tara aun en cosa mínima, a la observancia de la Regla. Como Jo p1'obarán, etc. ARTICULO XII Es verdad que el P. Ildefonso, por el amor que sentía al Señor, no te– mía otra cosa que ofenderle. Su conciencia era delicada, odiando y hu– yendo no solo del pecado mortal sino también del venial. Además, el pen– samiento da las ofensas que se hacen a Dios, era para él un gran estímulo a fin de combatir el pecado en los otros. Toda la vida religiosa fué un pe– renne estudio de los medios más oportunos para amar y hacer amar al Señor. Era incansable en sus esfuerzos para educar la mente de aquellos de quienes era responsable. Como lo probarán, etc. ARTICULO XIII Es verdad que su mente y su corazón se elevaban muy frecuentemen– te a Dios. Con el amor a la oración y a la Santísima Eucaristía creció en el S. D. el conocimiento del mismo Dtos. Su plegaria fué intensa y exce– lente; se unía y se abandonaba con confianza a Jesús; más aún, gozaba de poder sufrir a imitación del Divino Maestro, aceptándolo todo como veni– do de la mano de Dios, con imperturbable calma,- siempre contento, jovial y alegre. · Como lo probarán, etc. ARTICULO XIV Es verdad que el S. D. alimentó un amor y una devoción verdadera– mente filiales hacia la Santísima Virgen, la cual devoción fomentó, ya en los otros religiosos, ya en los seglares, no omitiendo nada, sino haciendo cuanto pudo por honrarla. Fué perseverante en el rezo del Santo Rosa– rio, devoción que le producía gran consuelo y una alegría celestial. Ja– más, ni siquiera en las horas más tristes de su prisión, se olvidó de su Madre del Cielo. Como lo probarán, etc. 30
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