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Todos se enfrentaron al piquete de ejecución, rezando el Santo Rosario, invocando así, de la Madre de Dios, la fortaleza y la serenidad en la hora suprema del sacrificio. Como lo probarán, etc. ARTICULO XIX Es verdad que en las cercanías de la iglesia de San José se agolpaba un gentío inmenso; unos en forma de meros curiosos; otros insultando a las víctimas y blasfemando sin tasa. Prc>.dominaba el elemento femenino que, con gestos y palabras incitaba c1. los asesinos. Entre tanto odio los mártires no se amedrantaron, mas fuertes en la fe, se dieron unos a otros la consigna de gritar en la hora suprema del martirio «VIVA CRISTO REY». La mayoría así lo hicieron, como más tarde lo afirmaron algunos de los asesinos. Como lo probarán, etc. ARTICULO XX Es verdad que los presos trasportados en algunos camiones, fueron conducidos desde la cárcel al cementerio del pueblo de Jove, muy cerca de Gijón. En él fueron colocados contra el muro de la derecha del cemen– terio y dentro del mis.mo , y allí asesinados con ametralladoras. La mayor resignación acompañó hasta el último instante a las víctimas, que, ante el pelotón de ejecución tuvieron fuerza para confesar una vez más el pro– pio «Credo» en el grito de «VIVA CRISTO REY, VIVA CRISTO REDEN- 1OR». Así hizo nuestro Siervo de Dios, que pronunciando estas palabras cayó bajo la descarga de los fusiles ametralladoras. Como lo probarán, etc. ARTICULO XXI Es verdad qm' no obstante el gran cuidado y solicitud habidos para exhumar e identificar los cadáveres, fué imposible identificarlos, porque los mártires, una vez asesinados, fueron enterrados en dos grandes fo– sas comunes, sin caja de ninguna clase. Como lo probarán, etc. ARTICULO XXII Es verdad que en el cementerio de Jové, cerca de Gijón, en donde fueron fu.silacjos, y en la misma pared, se colocaron cuatro irancles lápi- ~Z
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