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De la villa de Don Fadrique (Toledo) vino a con– sulta una señorita enferma de un ganglio muy abul– tado. Según diagnóstico del especialista era necesaria una operación, pero aconsejó diferirla hasta después de Semana Santa, recetándola algunas medicinas. En su segunda visita la encontró el doctor mucho mejor; y luego, quedó completamente bien sin ope– ración. En la primera visita a Madrid también se aplicó al ganglio la prenda usada por el padre An– drés, quedando tan convencida de que por su inter– cesión se había curado, que luego fue al convento de Jesús a encargar una misa en acción de gracias y entregar una vela para el culto de la iglesia. Operada una señora, de gravísima enfermedad, en el hospital general de Madrid, se sintió tan en peli– gro de muerte después de operada, que le llevaron la reliquia del padre Andrés para que la colocaran en los miembros doloridos y operados, habiendo me– jorado de dicha enfermedad y operación... A estos relatos consignados por los señores de Vaquero no les damos más valor que el indicado arriba; es decir, que pueden admitirse como una gracia, obtenida por intercesión del siervo de Dios, que prueba la confianza y devoción que se le tiene. Pero, excluímos la existencia de verdaderos milagros. El proceso ordinario informativo de beatificación del siervo de Dios, está en manos de la S. C. de Ritos. 53

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