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pués de la comumon, a la Reina de la pureza. Por último, la devoción al glorioso Patriarca San José. Era prudente en permitir penitencias corporales, pero tendía de continuo a quitar la vanidad, a fundamen– tar la piedad en la humildad, a formar mujeres de su casa y de hogar». ( Pilar Rodríguez de Arias). V Fe profunda del siervo de Dios.-Filial confianza en la divina Providencia.-Amor de Dios práctico.-Ca– ridad para con el prójimo. Sin la fe es imposible agradar a Dios, ha escrito el Apóstol de las gentes. Y antes había enseñado el Maestro de la verdad que el que creyere y fuere bautizado sería salvo; mas el que no creyere se con– denaría. El siervo de Dios padre Andrés no sólo poseyó siempre una fe limpia de todo error, sino que fue además profunda y práctica. «Tenía una fe robustí– sima en las verdades de nuestra religión. Esto lo pude apreciar muchas veces, por el fervor extraordi– nario con que celebraba la Santa Misa, administraba los sacramentos, predicaba la palabra de Dios. Como casos singulares que corroboran la afirmación, re– cuerdo estos: Que habiendo en la iglesia de Jesús una extraordinaria devoción a la imagen del Naza– reno, tan conocida en Madrid y en toda España, el padre me dijo muchas veces: «Hija mía, el · Señor donde más de verdad y cerca lo tienes, es abajo, en el sagrario, más que arriba en la imagen. Segundo: 21

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