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al ponerles tales y tantas cortapisas. Precisamente si los l\Ii– sioncros les facilitamos ropas, medicinas, utensilios, libros, in.::trumcntos agrícolas, étc., es para que trahaj en, se estabili– cen en un lugar, envíen sus hijos a la escuela, eviten el se– minomadismo, dejen el robo y el pillaje tan comunes en la Goajira, tengan con qué alimentar a su familia y no se tras– laden al célebre caserío de Zirmna para vivir de la mendici– dad y el vicio. Este es igualmente el deseo del Gobierno Nacional al querer que se funden pueblos y caseríos indígenas y con este fin específico estatuye el Cmwenio, artículos 7 y 10 la crea– ción de zonas reservadas para uso exclusivo de los indios. Ahora bien: de un tiempo a estn pnrte hemos notado una actitud poco delicada hacia los Misioneros y menos cónsona con las intenciones del Go}Jierno por parle del Puesto de la Guardia Nacional de Las Troj as en la zona reservada para los indígenas; lo cual ha ocasionado quejas y roces des– agraclahlcs. Parece que los de Paraguaipoa quieren seguir la misma conducta. Y lo peor es que no presen tan las quejas o razones al Superior de la ;\fisión, que con la razón y la Ley en la mano pwlicra defender a los indios, sus prntegidos, sino lo hacen adelante de los indígenas y hasta con palahras soeces y frases vulgares, de manera que nos parece improce– dente seguir por mús tiempo callando, sin que lo sepan los superiores de esa Institución o ese Ministerio. En la última visita hecha a la región Guana - Carretal, a la que se refieren los hechos denunciados por el Superior de Guarero, el chófer iba ebrio; pidieron gasolina al encarga– do de la hacienda y les dió cierta cantidad, con permiso pre– sunto del Superior, y se fué a sus quehaceres habituales; pero luego los Guardias volvieron y llenaron los tanques del vehí– culo sin permiso de nadie. Otro dín, alegando que por allí había mucho contrabando, registraron toda la casa de la po– sesión de la Misión, incluso la cnj a de la vajilla de indios y civilizados, y al reclamarles el encargado su indelicado pro– ceder, le contestaron con palabras groseras, diciendo que los ::\Iisioneros eran los primeros contrabandistas. En otra oca- 370 -

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