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LA C1tUSA INDIGEN,1 AMERIC.1.NA. EN LAS CORTES DE CADIZ caracterizan a los indios de ebrios, de perezosos y de ladro– nes" ( Idem). "Semejantes repartimientos di!: indios, que se hacen para trabajar en las minas y haciendas; semejantes repartimientos son unas gabelas de sangre humana, más terribles que todos los tributos pecuniarios" ( Sr. Castillo). "Los indios son libres y se ataca directamente su libertad individual obligándolos a trabajar contra su voluntad en obras ajenas" (Idem). "La Comisión cree que las mitas son enteramente incom– patibles con la libertad civil de los indios; porque, ¿cómo podrá decirse que son libres aquellos ciudadanos que contra su vo– luntad son obligados a abandonar sus hogares para cultivar las haciendas de los particulares? La Patria solamente puede exigir este sacrificio de los ciudadanos." "Recordemos que desde la antigüedad se tuvo la labor de minas y el benéfico de los metales como una carga más que servil y como una pena más grave que la muerte" ( Sr. Ol– medo). "Sería una injusticia no reconocer el espíritu de amor y be– neficencia que dictó las leyes mitales en gracia de los mitayos" (Sr. Olmedo). Se decía en ellas las distancias, la duración, los turnos, etc. Pero ojalá que estas leyes se hubieran cum– plido mejor y, ante todo, "ojalá que esas leyes hubieran tenido un objeto más justo". Sin duda que muchas veces no se tuvo en cuenta lo que dice la ley 21 del libro 6. 0 , título XII, de Indias: "Vale más atender a la conservación de los indios, que a la más o menos saca de plata y oro." Los oradores insistieron grandemente en probar que las mitas, lejos de corrngir la pereza de los indios si, como se dice, es un mal ingénito en ellos, más bien lo aumenta. "Los hombres de todos los tiempos y de todos los países son inclinados naturalmente al ocio y al descanso. El trabajo -• 75 -·

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