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OESAREO DE ARMliiLLADA 8.-SE RECHAZAN Y REPRUEBAN LOS "REPARTIMIENTos". Informaba también la Comisión Ultramarina que el virrey de Nueva España, al suprimir el tributo, había vuel– to a legalizar los "repartimientos" de los justicias (*). El Sr. Guridi Alcocer, sin defenderlo, explicaba: "Debo decir, en honor a la verdad y del virrey de Nueva España, que su bando está respirando sus deseos de aplacar los ánimos, para lo cual procura agradar a los indios, quitán– doles el tributo, y a los empleados ofreciéndoles el reparti– miento, que tanto desean." No obstante esta buena intención y benévola interpre– tación, todos fueron de parecer que "sustituir los reparti– mientos a los tributos (era) cosa la más impolítica del mun– do", y que era mil veces peor el remedio que la enferme– dad. Ante la admiración de varios diputados, que mani– festaron no haber oído ni hablar siquiera de tales "repar– timientos", los diputados americanos hicieron para ellos verdaderos "descubrimientos". Transcribo al 1 gunos de éstos, que rezuman amargo gra– cejo y punzante ironía. Se advierte que hablaban de lo visto: "Señor, el repartimiento que en Nueva España hacían las justicias era de toros, mulas y caballos, y consistía en que nadie podía vender allí estos animales. Les costaban 15 ó 16 pesos y los vendían a los indios en 40 ó 50. La semana que no pa– gaban, los ponían en la cárcel, les sacaban una prenda, ven– diéndola o malbaratándola, y a veces, por no haber pagado el total. les quitaban el toro o la mula, y perdían todo lo que habían pagado" ( Sr. Alcacer). "Ha llegado el extremo de que algunos corregidores han tomado anteojos y los han repartido a los indios por fuerza. (*) Suprimidos ya por el virrey D. José Gálvez, sancionándolo la Corte, años antes. - 48 -

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