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CON FLORES A MARÍA 83 la Virgen multiplicaba sus gracias y favo– res. Vinieron a pedirle en una ocasión que fuera a ver un niño enfermo, y como sus padres estuvieran agobiados por la pena, les dijo que prometieran llevárselo a la Virgen de la Pobreza, y se pondría bien. Cumplieron los padres la promesa, y sanó el niño. Otra pobre mujer padecía horriblemente del cáncer, por lo que fué a pedir remedio o consejo al siervo de Dios. El la mandó que por amor a María, se pusiera de rodi– llas y rezara el Avemaría, y apenas lo hizo, quedó sana. En otra ocasión, en el Convento de Santa Eulalia, al llegar la hora de comer, no ha– bía ni miga de pan para los religiosos; pero el Padre Lorenzo dijo al hermano encargado del refectorio: - Andad, que no tenéis fe. Id a Nuestr.1 Señora de la pobreza y decidle la Salve. que ya nos proveerá ella de pan. Apenas concluyó la Salve, alguien deja– ba pan en la portería. En fin, no son para contados los prodigios que este santo varón hizo a las gentes por medio de la devoción a la Virgen. Pero el milagro de los milagros es que a la misma Madre de Dios no le abandonó un momento,
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