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78 DÍA 15 misma dignidad real, era el de "siervo de Santa María". Ella era su compañera inseparable, in– cluso en medio de las campañas militan·s, y a Ella debe sus mejores triunfos. Todavía hoy se conserva una estatua pequeñita, de marfil, que el piadosísimo mo– narca llevaba consigo en sus correrías béli– cas, sobre el arzón del caballo. Esta ima– gencita de la Virgen era la que, colocada en la cabecera de su cama, velaba su sueño. Y en los momentos azarosos de la guerra y de la política, ante Ella pasaba largas horas de rodillas, pidiendo acierto para resolver los asuntos. La protección de la Virgen llegó a ser excepcional en la toma de Sevilla. La en– trada en la ciudad fué apoteósica: gritos de alegría, himnos y cánticos, galas y colga– duras; clero y pueblo, en cantidad inmensa, celebraban el gran acontecimiento y cami– naban gozosos hacia las puertas de la ciu– dad. Al cabo de aquella procesión triunfal, coronando la marcha, se veía en un regio carro triunfal, todo resplandeciente de jo– yas riquísimas y de valiosos tapices, la Vir– gencita del Rey, a quien únicamente podía atribuirse la victoria. San Fernando no olvidaba a su insigne ·

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