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46 DÍA 8 Grandes los personajes: Dios, el ángel y la más santa mujer de la tierra. Grande la embajada: solicitar el beneplácito de la Virgen para que Dios descienda a sus en– trañas. Grande el motivo: la redención del hombre caído . .. Todo es grande. En cambio la Virgen Santísima se mantiene en un puesto de hu– mildad que nos llena de asombro. Cualquiera otra persona menos santa, se hubiera recreado ante tan excelsa dignidad, o, al menos, hubiera acelerado las cosas, fal– tándole tiempo para otorgar su consenti– miento. María, no; entérase antes, con toda prudencia, de qué se trata, y cuando vea que la voluntad de Dios y el bien de los hombres la reclaman, al aceptar tal dignidad, tendrá esta frase humildísima entre las frases hu– mildes: "He aquí la esclava del Señor; há– gase en mí según tu palabra". Meditemos brevemente el ejemplo de hu– mildad de María y pidamos la gracia que deseemos conseguir. Para mejor obtenerla, le dirigiremos las siquien– tes deprecaciones y Avemarías, como en la pág. 16.
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