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CON FLORES A MARÍA Cada día, Dios estaba más complacido en ella; y, en su adorable providencia, todas las cosas irían sucediendo como convenía, para que llegara a ser su Madre muy amada. Virgen y Madre a un tiempo, necesitaba vivir bajo el amparo de un santo varón. Se . requería, en primer lugar, un varón, para que nadie pudiera pensar mal de ella, al ver que, no obstante estar lejos del trato con los hombres, sin embargo, llegaba a ser Madre. Santo, en segundo lugar, para que, sal– vado este aspecto externo de las cosas, por su virtud extraordinaria, quisiera respetar la santidad inmaculada de la Virgen, que había puesto toda la ilusión de su vida en conservar la preciosa gala de la virginidad. A todo proveyó el Señor, sacándola del Templo en la fecha conveniente y ponién– dola bajo el amparo de un varón tan a pro– pósito como el glorioso San José. Meditemos en la forma tan fácil como Dios va ordenando las cosas para obtener sus designios, ~ pidamos la gracia que de– seemos conseguir. Para mejor obtenerla, le dirigiremos las siguien– tes deprecaciones y Avemarías, como en la pág. r 6.

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