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CON FLORES A MARÍA 37 tren de la peregrinación, que debía cruzarse en la estación con un expreso, se encontrara con él en plena vía. Cuando el maquinista se da cuenta de esto, llevan las máquinas una velocidad de 6o kilómetros por hora, y entre ambos trenes no hay más de medio kilómetro de ,distancia. ¡Horrible! Todo el mundo dió la muerte por segura. Por más que se procedió con rapidez para obtener marcha atrás y evitar en lo posible las tremendas consecuencias, el encontrona– zo fué inevitable; y, en un momento, los numerosos y desgarradores gritos estreme– cieron de pavor a los peregrinos, que no . querían pensar en lo que había sucedido. Pero ¿qué fué lo que había pasado? ¿Sueño? No quieren dar crédito a sus ojos, cuando comienzan a mirarse y a mirar a los demás, y ver que nada había acontecido. Se preguntaban, asombrados: - ¿Es esto un choque? -Sí. - ¿Y nos hemos salvado? -Sí. - Pero ¿habrá muchos muertos y he- ridos? - No; no hay heridos ní muertos. Así era: el tren estaba destrozado; pero,

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