BCCCAP00000000000000000000513

CON FLORES A MARÍA 33 cada vez que había de tomar parte en las veladas literarias, una nube de aplausos y felicitaciones recompensaba aquellas in– tervenciones lucidísimas. No era éste el ca– mino más seguro para llegar al Cielo. Ade– más, Francisco tenía también su corazón, y el amor había comenzado a tenderle sus dulcísimas redes. Pero no hay motivo para asustarse. El elegante joven era devoto de la Virgen, y la Virgen lo tenía que salvar. Se celebraba una procesión solemne en Espoleto: la procesión con la venerada Santa lcone, o Santa Imagen, que era un cuadro de la Virgen Dolorosa. resumen del amor y devoción de los habitantes de esa ciudad. El joven Francisco asistió a la proce– sión. Al pasar frente a él el devotísimo cua– dro, Francisco se hincó de rodillas y, con ternura de hijo fiel, dirigió una mirada her– mosa, larga y penetrante a la imagen ve– neranda. La Divina Madre correspondió en la misma forma y, con aquella mirada, le dijo millares de cosas: la vanidad de la vida, lo efímero de los triunfos: que el rui– do del aplauso pasa pronto, que una sola 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz