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CON FLORES A MARÍA 29 y se podría temer que, para la próxima, llegarais demasiado tarde. Se conmovió profundamente el misione– ro ante le fe viva del cristiano, y le <lió gusto en lo que le había pedido. Al día si– guiente, la pobre enferma había recibido 1os Santos Sacramentos y se preparaba para una muerte que no parecía lejana. U na idea feliz se le ocurrió al Padre, y fué hacer una novena a la Virgen de Lour– des y aplicar al pecho de la enferma un lienzo empapado en el agua que brota al pie de la imagen Milagrosa. Todo se hizo con esa ansia y esperanza con que acudimos a Dios en los grandes apuros. La Virgen Santísima oyó los ruegos y premió la gran confianza de sus devotos. Hubo de ,ausentarse el Padre; pero a su vuelta, pocos días después, la misma pa– ciente vino a verle y le dijo: - Padre mío, ya estoy curada. Durante los seis primeros días todo iba igual; en el séptimo se inició la mejoría y, al terminar la novena , no quedaba rastro de la antigua dolencia. A medida que iba pasando el tiempo, nos íbamos asegurando de que era un milagro

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